28 de agosto de 2020.

El nicaragüense Manuel, y sus dos hijos, en su nuevo hogar en Costa Rica, donde viven como solicitantes de asilo.   © ACNUR / Flavia Sanchez

Más de las tres cuartas partes de los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses en Costa Rica pasan hambre y comen solo una o dos veces al día como resultado del impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19.

Al ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, le preocupa que esto pueda generar retornos en condiciones adversas.

Antes de la pandemia, y gracias a las iniciativas de integración local efectivas en Costa Rica, solo el tres por ciento de los refugiados comía una vez al día o menos. Ahora, esto se ha cuadruplicado hasta el 14 por ciento, según una evaluación humanitaria realizada por ACNUR en julio y agosto con el objetivo de ayudar a las autoridades costarricenses a atender las necesidades de más de 81.000 nicaragüenses que han buscado protección internacional en el país.

La mayoría de los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses en el país, el 63 por ciento, informan que ahora comen solo dos comidas al día.

Las comunidades de acogida de refugiados se enfrentan a condiciones similares y la contracción económica en estos países hará que sea aún más difícil para los refugiados y las comunidades de acogida recuperarse.

Costa Rica acoge generosamente a casi el 80 por ciento de todos los refugiados y solicitantes de asilo de Nicaragua que han huido de las violaciones de derechos humanos y la persecución, rondando las 81.000 personas. Y se encuentra entre los diez países de todo el mundo que recibieron la mayor cantidad de solicitudes de asilo nuevas el año pasado, con unas 59.200.

Con una gran proporción de personas desplazadas por la fuerza en América Latina dependiendo de la economía informal, especialmente al inicio de su integración en las comunidades que las acogen, las medidas de cuarentena relacionadas con la COVID ahora están afectando los medios de vida y generando inseguridad alimentaria.

Solo el 59 por ciento de las familias refugiadas en Costa Rica informaron flujos de ingresos constantes relacionados con el trabajo a fines de julio, una disminución asombrosa del 93 por ciento en comparación con el período previo a la pandemia. Esto también deja a muchos en riesgo de ser desalojados y quedar sin un hogar. Una quinta parte de los refugiados nicaragüenses encuestados en Costa Rica dijeron que no saben dónde vivirán el próximo mes.

Las dificultades que enfrentan los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses, incluyendo la pérdida de sus medios de vida, el desalojo y el hambre, también se han informado en otras partes de la región, incluyendo Panamá, Guatemala y México.

El 21 por ciento de los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses encuestados dijo que al menos un miembro de su hogar ahora está contemplando regresar a Nicaragua, principalmente debido a la falta de ingresos o alimentos. Esto a pesar de los riesgos de los que informaron haber huido. Hasta la fecha, más de 3.000 solicitudes de asilo en Costa Rica han sido retiradas, principalmente por ciudadanos nicaragüenses.

ACNUR continúa brindando información imparcial a quienes están considerando regresar a Nicaragua, donde la crisis social y política ha llevado a más de 102.000 personas a buscar protección en el extranjero.

Frente al empeoramiento de la situación, ACNUR está trabajando junto con los gobiernos y socios para garantizar que los solicitantes de asilo y los refugiados, para quienes el regreso no es una opción, reciban el apoyo y la asistencia que necesitan en los países de acogida.

Desde el comienzo de la pandemia, ACNUR ha intensificado sus programas de asistencia en efectivo en toda América Central para ayudar a las personas desplazadas por la fuerza en condiciones vulnerables. En Costa Rica, ACNUR ha ayudado a 1.221 familias vulnerables y en riesgo.

A través de su alianza con el Sistema de Seguridad Social de Costa Rica, ACNUR también está asegurando la cobertura de salud para 6.000 solicitantes de asilo con enfermedades graves y crónicas. En Panamá, ACNUR, a través de sus socios, ha apoyado a casi 700 personas con asistencia en efectivo y ha ayudado a decenas de familias con el pago del alquiler o la mediación para evitar los desalojos.

Sin embargo, una grave falta de financiación está obstaculizando la capacidad de abordar las necesidades humanitarias urgentes. La operación del ACNUR en Costa Rica, cuyas necesidades financieras para 2020 ascienden a 26,9 millones de dólares, se ha financiado solo en un 46% hasta la fecha.

ACNUR continúa apoyando los esfuerzos de los Estados para atender las necesidades de las personas obligadas a huir en Centroamérica, como parte del Marco Integral Regional de Protección y Soluciones al desplazamiento forzado en Centroamérica, conocido como MIRPS. También pide a todos los Estados miembros del MIRPS que intensifiquen la coordinación y el apoyo ante los nuevos desafíos relacionados con la COVID.

Para obtener una imagen más completa del desplazamiento forzado en Centroamérica y México, visite el sitio: https://data2.unhcr.org/en/situations/cam