La situación de movilidad humana en las Américas es compleja y responde a dinámicas de diversa índole. Más allá de los procesos migratorios regulares que permiten mantener un intercambio económico y cultural constante, en el último año, han incrementado las solicitudes del estatus de refugiado en todo el continente, incluyendo a Centroamérica y México. Se han manifestado nuevas situaciones de desplazamiento, particularmente de personas provenientes de países como Venezuela y Nicaragua. Más de 7,000 venezolanos solicitaron el estatus de refugiado en Panamá, México y Costa Rica en 2018. Estos son miles de niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres de todas las edades en busca de protección internacional, de un lugar en donde puedan vivir en condiciones de dignidad. Además, 15,000 nicaragüenses solicitaron el estatus de refugiado en Costa Rica este año, mientras otros países MIRPS también se vieron impactados por esta situación.

Y esto es adicional al flujo persistente desde y hacia El Salvador, Honduras y Guatemala, que pese a los esfuerzos de las autoridades y de los avances que se han registrado en los países se presenta una movilidad amplia, multicausal y compleja de personas, debido a la violencia y la inseguridad, principalmente causada por el crimen organizado, así como factores socioeconómicos. Las deportaciones de algunos de nuestros ciudadanos se suman a esta intricada situación, quienes a su vez pueden tener una potencial necesidad de protección internacional. En este sentido, en el último año, se ha registrado un incremento de 30% de las cifras de refugiados y solicitantes del estatus de refugiado en los países MIRPS.